Cap I - viva la vida

~
 
Prólogo.

A veces, las cosas solo pasan. Algunas veces, nos cuesta creer que la muerte tan solo llegue hasta nosotros, que las personas queridas solo se van sin decir adiós. Muchos de nosotros creen ilusamente que pueden controlarlo, que pueden medir cuanto tiempo le queda y dejar de hacer las cosas solo por pensar que mañana podrán realizarlo. La gente cree saber cuándo va a morir, y donde. Fantasea de todas las cosas que quiere hacer a lo largo de su vida, los logros que quiere realizar cuando sea adulto o los lugares que quiera visitar cuando sea viejo.
Es bueno soñar, porque los sueños son los que mantienen viva la esperanza y las almas flameando con el mismo fulgor que en la tierna infancia. Pero si dejas de vivir, pensando que tu vida solo estará realizada cuando cumplas tus sueños, y que la vida empieza cuando estás en el camino donde siempre soñaste que estarías cuando eras niño, entonces estás equivocado.
La vida empieza justo cuando das el primer aliento cuando sales de la coraza materna en donde te habías estado resguardando tanto tiempo, y esta sigue hasta que cumples la edad suficiente para ir por ti solo para librar tus peleas. Cuando te tropiezas tantas veces que llegas a pensar que todo lo que estás viviendo es una mierda y nada vale la pena, esa también es vida. Porque el tiempo sigue corriendo. Depende de ti decidir si vas a levantarte y hacer algo que valga la pena, algo que dure por siempre. No creas que el comienzo de tus sueños es la vida.
Mañana puede llegar tu hora de partir.
Depende de ti si quieres que los pocos o muchos años que dejas atrás valga la pena, si decidiste hacer algo que a diferencia de ti sea eterno, ahora, siendo solo quién eres.
Has que dure para siempre.
No dejes de hacer cualquier cosa en la vida por más pequeño que creas que sea, porque nadie más lo hará por ti.



Capítulo I

Edward Masen era el único hijo del Duque de Masen, lo que lo convertía en el único heredero de su gran fortuna y gran parte sus haciendas. Una de esas era su casa de verano en Canadá, en el llamado Ottawa.
Edward Masen se encontraba cargando el equipaje con ayuda de algunos de sus criados. Como él ya había cumplido la mayoría de edad, su madre, la Duquesa de Masen consideraba correcto que su hijo vaya de vacaciones por su cuenta a otra ciudad. También albergaba secretamente la esperanza de que su hijo volviera de la mano de una buena esposa.
Edward entró una vez más a la casa para despedirse bien de su madre antes de partir. A la Duquesa no le importo en lo más mínimo las normas del decoro y se lanzó al cuello de su hijo para fundirlo en un estrecho abrazo. Edward le repitió que no tenía por qué preocuparse cuando la separó delicadamente de su cuerpo.
Ella le sonrió tiernamente. “Por favor ten mucho cuidado, hijo mío. Sé un caballero tal como te eduqué, pero no te dejes llevar por las pretensiones del círculo social a donde vayas”. Susurró, acariciando el rostro de su hijo. “Además, no me molestaría que acortejaras a una linda jovencita. Solo mira que sea inteligente, y tenga el carácter para soportarte” arqueó una ceja de manera sugerente.
Edward puso los ojos en blanco. “Querida madre, quién yo elija como mi esposa será una mujer que me apoye mucho más que tú, seguramente” contestó, tratando de ocultar el tono bromista tras un aparente sarcasmo.
Su madre curvó los ojos con furia y no contuvo el sopetón que dio al hombro de su hijo, que en ese momento parecía tan tentador. “Nadie en este mundo te querrá o te apoyara más de lo que yo lo hago, Edward Masen. Grábatelo bien en tu retorcida y alocada cabecita” lo reprendió, usando un tono grave.
Edward se echó a reír cariñosamente a carcajada abierta. “Lo sé”. Dio un último beso en la frente de su adorada madre. “Cuídate mucho, por favor”. Pidió regalándole una última sonrisa.
Se fijó en el entorno recorriendo su hogar con la mirada mientras salía, tratando de no sentirse nostálgico. No se iba para siempre.
“Edward”. Volteó desde la puerta hacia su madre, quién lo había llamado. “No olvides quién eres” susurró, mirándolo intensamente con sus ojos esmeraldas. Por alguna razón, Edward leyó mucho más en esa mirada que un simple consejo de madre y por un momento se sintió abrumado al pensar que quizás aquello llevaba más connotaciones de las que él podía apreciar.
Aún así se lo prometió, antes de salir definitivamente de la casa. Le dijo un mental adiós, antes de marcharse por un tiempo.
 La Duquesa de Masen observó con melancolía como su único hijo abandonaba su lado, con aquel andar tan grácil y despreocupado que solo él podía hacer perfecta gala, haciéndolo parecer casi un sutil baile seductor. Aquel era Edward, único en tantas maneras. Solo él sabía cómo romper exactamente todas las reglas sin que a nadie pareciera importarle, como si él pudiera leer sus mentes y hallar la excusa perfecta para poder justificar sus acciones.
Era implacable.
Edward subió a su coche con un semblante sereno y una perspectiva fresca de lo que le aguardaba. Era una tarde de abril en la que tenía cuatro horas de viaje por delante. Iba tranquilo en el viaje observando cómo cambiaban los paisajes, manteniendo conversaciones ocasionales con el chofer. Observó el sol ocultarse entre las colinas, dándole a los árboles un aspecto delicioso con su par de hojas ya marchitas. Algunas hojas revoloteaban por los aires en una sutil danza, mientras otras parecían competir entre sí para ver quién tocaba antes el suelo. Muchos eran los arbustos que encontraba en el camino, pero pocos eran decorados con pequeñas flores brotando entre sus hojas. Aquello le confirmo que el otoño había llegado.
Edward comprobó que todo se veía mucho más atractivo a la luz del crepúsculo, su momento favorito del día. No tardaron en avisarle que ya había llegado al que sería su nuevo hogar, así como él no pudo evitar sorprenderse por la rapidez con la que habían llegado. Debió estar más distraído de lo que pensaba.
Bajo del coche con solo dos maletas en su mano y dejó el resto para sus criados. Ben, el jardinero trató de convencerle para que se lo dejara todo a sus empleados, pero Edward se negó amablemente. No le gustaba que los demás cargaran con su propio peso.
Pasando la entrada de su casa notó que la noche ya había caído pesadamente sobre ellos. Le costó un poco visualizar la puerta de su casa. Una vez adentro saludo a Gertrudis, su ama de llaves con una sonrisa. La dulce ancianita le correspondió la sonrisa, bajo sus ojos se acentuaron las arrugas y un par de hoyuelos aparecieron en sus mejillas y en la barbilla.
“Buenas noches, joven Edward. Es un gusto tenerlo en casa”.
Edward subió por las largas escaleras en forma de caracol hacia su habitación. Abrió la puerta y dejó sus maletas en la entrada. Estaba a oscuras, por lo que se levantó a encender las lámparas.
Entonces notó algo.
Alzó la cabeza y entonces su mirada se fijó en lo más celestial y a la vez lo más extraño que había visto en su corta vida. Frente a él una chica de largos y lacios cabellos castaños estaba parada, a un costado de su cama. Tenía la tez más blanca de lo que alguna vez había visto, adornado perfectamente con grandes ojos pardos. Una pequeña nariz estaba sobre sus labios gruesos, asimétricos. No era muy alta, pero eso no era todo lo que llamaba la atención. Ella estada descalza, vistiendo nada más que unos pantalones de hombres y una camisa holgada. Eran grandes para el tamaño de su cuerpo, estuvo seguro que de no ser por los suspensores sus pantalones se habrían caído.
Salió de su letargo cuando se fijó en la mueca de sus labios, era como si ella estuviera realmente confundida.
Edward frunció el ceño y se obligó a él mismo a encontrar su voz para hablar. “Disculpe, señorita. Pero, ¿qué está haciendo usted aquí?”
Ella ladeo la cabeza a un lado y arrugó la nariz. Edward se hubiera reído de su expresión de no ser por lo extraño de la situación. Pero entonces ella comenzó a retroceder, hasta desaparecer de los ojos de Edward. Desesperado, corrió a prender las lámparas, pero cuando recorrió su habitación con la mirada, ella ya no estaba.
Como si se hubiera fundido con el viento.

5 comentarios:

  1. huyyyy que interesante jajajajajjaa ya me gusta la historia oye el prologo esta genial que palabras tan sabias me encanto

    ResponderEliminar
  2. wow
    que es ??
    bell??
    dime , que es???
    jaja

    ResponderEliminar
  3. ami tambn me encantooo!!! esta bellisimo
    ATT: Aleja

    ResponderEliminar
  4. :O me gusta ^^, cof, cof....quien es ella? sera bellss waa xd y Ed de duque ._____.

    ResponderEliminar
  5. Aww Intrigante!! Hermoso capituloo!!
    Vamos a ver ahora quien es esa joven que desaparecio asi de rapido! XD

    ResponderEliminar

My fanfiction world© :por Belén Vieparoles :: 2012~2013