Cap 1 ~ What a w...

~

Prólogo.

La vida, es como un gran juego de ruleta. Cuando uno sube a girarla, la elección final es al azar. Solo le queda esperar que su suerte sea grande y su corazón resignada a cualquier posible desenlace.

En la vida, es natural sentir miedo. El miedo es un sentimiento que nubla tus sentidos provocando la inseguridad, que al final es el causante de que dejes de tratar algo importante, o una trivialidad. O algo que pudo haber cambiado tu vida increíblemente. Es normal sentir miedo por lo que no conoces pero a veces en la vida hay que saber luchar, no solo sin miedo, sino que también con esperanza.


Porque la esperanza es aquello que nutre las almas en momentos en los que crees que el destino te ha quitado toda razón de querer seguir con tu camino. Es cuando crees que la vida te desprecia, lanzándote sus más crueles golpes con discapacidades y días contados. Aquello que te impulsa a querer ver, oír, hablar, sentir, o simplemente seguir caminando cuando otras mentes obtusas y corazones cerrados no le ven sentido.

Tengo la vergüenza de admitir que me encontraba entre aquellos.

La esperanza, es un sentimiento hermoso. Tanto como la libertad. Es un don, un regalo, que forma a aquellas personas que no lo tienen todo. A aquellas personas que están incompletas, porque la naturaleza los ha traído así. La esperanza, es lo que las hace tan valientes, lo que hace a sus corazones tan humildes y a sus mentes tan fuertes, lo que los hace tan humanos.

Hace tan solo un año atrás, ni me hubiera detenido a reflexionar sobre ello. No me importaría. Me hubiera sumergido en otros pensamientos banales y superficiales, carentes de sentido o sentimiento.

Fue entonces, cuando aquella criatura lo había cambiado todo. La misma que había volteado todo mi mundo de cabeza y le había dado un sentido a mi vida, aquella que se había convertido en la razón de mi existencia.
Aquel par de ojos café inexpresivos que aún sin poder ver el mundo, habían visto en lo más profundo de mi alma de una manera que nadie lo había hecho.

Orbes chocolate que observaban sin ver nada en realidad, que sin proponérselo me habían hecho probar la dulzura y el sabor del amor, sentimiento profundo y masivo que podía llenarte tan plenamente que podría hacerte tocar el cielo con las mano…o destruirte en el más agonizante de los infiernos.

Mi nombre es Edward Cullen. Tenía 19 años en ese entonces, cuando la había conocido. Era una nueva tarde como muchas otras, una en la que jamás imagine sellaría el resto de mis días…




Capítulo 1: Cafè.

Edward salió de la universidad esa tarde con su habitual paso tranquilo y flojo. Colgaba desinteresadamente su mochila sobre su hombro izquierdo y se esforzaba por tratar que su rostro no demostrara toda la flojera y el aburrimiento que estaba sintiendo en estos momentos. Acababa de librarse de una larga clase de anatomía, la cual había pasado tan lentamente, que llegó a pensar que quizá el tiempo se confabulo en su contra para volverlo loco.

Estuvo a punto de chillar y ponerse a brincar en su asiento cuando el profesor anunció que la hora había terminado, y si no fuera porque cuidaba una reputación, seguramente lo habría hecho.

Finalmente llego hasta el lugar donde su amado volvo estaba estacionado y abrió la puerta del copiloto, deshaciéndose de su mochila en el asiento trasero y metiendo las llaves en contacto. El suave ronroneo de su amado vehículo fue música para sus oídos cuando acelero por las estrechas calles de Nueva York en lo que sin duda era el mejor momento del día. Destino a la cafetería News and Old memories.

Edward sentía una pasión tan inmensa por la música, que no dudaría en afirmar que aquel antiguo arte creado desde el principio de los tiempos fue su primer gran amor. Hasta el momento, no había encontrado una actividad tan intensa o un arte tan hermoso como lo era la música, y esta era su gran pasión. Fue por eso que cuando descubrió que en la cafetería donde todas sus amistades le gustaba pasar las tardes habían decidido imponer el micrófono abierto como medio de atracción, casi no cabe en si de la emoción. Pero más que eso, vio en esa oportunidad la esperanza de poder transmitir lo que tanto amaba a personas dispuestas a recibir su música.

Desde que se había inscrito en el micrófono abierto de la cafetería, las tardes posteriores a la universidad se había convertido en su momento favorito del día.

Era miércoles por la seis de la tarde cuando ingreso a News and Old memories y se dirigió al lobby donde siempre le aguardaban sus amigos. Quiero decir, donde siempre le aguardaban sus verdaderos amigos.
Jasper, el bajista. Emmet, el baterista. Tayler, el otro guitarrista y Ben tocaba el órgano. Los primeros dos eran casi su familia, mientras los otros dos eran compañeros en la universidad. Aunque los dos últimos eran los más rescatables entre su círculo social, y hasta podía decir que Ben le agradaba bastante.

Cuando Edward le había comentado sobre el micrófono abierto, se habían entusiasmado de sobremanera, de modo que terminaron formando una banda. Llevaban juntos dos meses, por lo que podían estimar que estaban calificados para brindar un espectáculo ameno a su público.

La voz de Edward era rasposa y grave, pero contenía un matiz sensual que atraía como canto de sirenas, de modo que era imposible no verte atraído a su música. Ejecutaba la guitarra con tanta delicadeza, que parecía que las cuerdas se trataban de las curvas de su más frágil amante. Aquella dedicación proyectaba una acústica impresionante.

A veces tocaban las canciones de otras bandas, pero sus propias canciones eran auténticas. Su letra era casi poética y su prosa impecable, momentos cualquiera de su vida que quedaban plasmados luego en las bellas letras de sus canciones. Jasper también poseía aquella aura poética y una voz bella, por lo que a veces tomaba el micrófono en lugar de su compañero.

Edward sonrió abiertamente.

"Hey." saludó brevemente, antes de echarse en un sofá al lado de Emmet.
Jasper arqueo una ceja. "A tiempo esta vez, compañero."

Su voz había sonado un poco recriminatoria, pero la pequeña sonrisa en sus labios advirtió a Edward que solo estaba jugando.

Se encogió de hombros. "Que puedo decir, espero que no me hayan extrañado demasiado."

"Oh, ¡pero si es nuestro pequeño Eddie! " bramo Emmet, quien pareció reaccionar un poco tarde. Echo un brazo sobre los hombros de su mejor amigo. "¿Qué tal te fue hoy con tus clases?"

Edward suspiro dramáticamente. "Jodidamente largas."

La risa atronadora de Emmet resonó a un radio de cinco metros del lugar, lo que ocasiono que algunos voltearan a ver. "Es el sacrificio de la medicina, joven pupilo." masculló entre risas.

Tayler puso los ojos en blanco. "Tenemos un show que dar, por si lo recuerdan." comentó, mientras se levantaba y dirigía al escenario seguido por Ben.

Jasper comento que ya se habían registrado, así que solo nos quedaba ir tras escenario. Edward se disculpo algo avergonzado cuando se dio cuenta de que olvido su guitarra en la cajuela del volvo. Corrió a traerla ignorando las burlas que le hicieron a sus amigos. De la prisa, cuando volvió un pequeño cuerpo impacto contra su pecho. De forma automática sus brazos soltaron la guitarra y la rodeo para lograr estabilizarla, apretándola más contra su pecho. Una deliciosa descarga recorrió su pecho en la zona en la que la presionaba contra él, llenando de confusión y dudas en la mente de Edward.

El sonido de la guitarra eléctrica de la banda en el escenario lo saco de su letargo, lo que hizo que separa el cuerpo de la muchacha de él.

"¿Esta bien? "pregunto, bajando la cabeza para observarla. La muchacha asintió con la cabeza varias veces, antes de girarse y retirarse de el suavemente. Edward frunció el ceño confuso por su reacción y antes de lo que hubiera pensado se encontraba tomándola suavemente por el brazo. "¿Estas segura?" insistió.

La muchacha asintió una vez más, pero en ningún momento se volteó a encararlo, sino que mantenía le cabeza gacha a un punto hacia el frente. Ese detalle no le pasó desapercibido a Edward. Lo único que podía contemplar era una larga melena castaña y lisa, y tuvo el impulso de agarrar su mentón y elevarlo para que lo observara. Estuvo a punto de preguntarle la razón para evitar mirarlo, cuando ella volvió a soltarse suavemente y se perdió entre la gente.

Raro, pensó. Ha de ser demasiado tímida.

Se interrumpió a él mismo cuando recordó que sus amigos lo estaban esperando. Se dirigió tras escenario y espero con sus amigos a que terminaran de tocar los tres grupos que estaban antes que ellos en la lista. Una vez termino el tercero Edward subió con una silla y una guitarra, y se ubicó en el frente mientras los demás tomaban los instrumentos ya conectados y se ubicaban en el lugar en donde se encontrarían más cómodos.
Edward comenzó a rasgar la guitarra en su versión acústica de una canción que le gustaba, un clásico.
Poco después Emmet y Ben le siguieron.

"I SEE TREES OF GREEN,
RED ROSES TOO
I SEE THEM BLOOM
FOR ME AND YOU"…

Cerró los ojos cuando Jasper comenzó a seguirle.
"AND I THINK TO MYSELF
WHAT A WONDERFUL WORLD."…

"I SEE SKIES OF BLUE
AND CLOUDS OF WHITE
THE BRIGHT BLESSED DAY,
THE DARK SACRED NIGHT"…

Abrió los ojos por un minuto y enfoco su vista en el bar. Entonces la vio. Esta vez ella estaba de frente, pero reconoció el cabello castaño cayéndole frente a los hombros. Su piel era blanca como algodón, contrastado con un saco color crema de esos elegantes que se abotonan a los cotados, tipicos en Nueva York. Sin despegar la vista de ella continuo recitando las letras de la canción, mientras sus dedos se movían de manera automática entre las cuerdas de su guitarra.

Noto sus labios asimétricos y carnosos, de un suave color perla que adornaba su rostro, su nariz era pequeña y recta. Intento describir sus ojos, pero frunció el ceño cuando su vista se vio bloqueada por un gran lente de sol negro, de forma circular. Ciertamente, aquello le daba un aire glamoroso, y debía admitir que se veía exquisita con las piernas cruzadas sobre la butaca. No pudo evitar notar que llevaba botas bajas. "¿Las mujeres glamorosas no usaban botas altas?" se pregunto, pensando en su madre y su hermana.

Y lo más importante, ¿Por que usaría lentes de sol en un local cerrado a las siete menos veinte de la tarde? Se volvió a preguntar.

Pero aun así, aquella mujer se veía adorable.

"AND I THINK TO MYSELF
WHAT A WONDERFUL WORLD."…

Termino, tocando los últimos acordes. Se levanto de su silla y le sonrío a Jasper, indicándole que podía tomar el micrófono. Sin decirle nada a nadie se bajo del escenario y corrió hasta la barra. Se paro frente a la mujer que había estado observando mientras cantaba y la contemplo por unos minutos, un poco inseguro sobre que hacer. Ella sonrió tenuemente al haberlo reconocido, pero comenzó a sentirse nerviosa cuando los minutos pasaban y el silencio no era roto por ninguno de los dos.

"¿Puedo ayudarte en algo?" pregunto ella, con voz suave y baja. A Edward su voz le sonó musical y armoniosa, contrastando perfectamente con la imagen que ella le daba; inocente y dulce.

Sonrío un poco. "Si, de echo me encantaría que me ayudaras. Veras, tengo diez dólares en mi mano y la taza de café solo cuesta cinco. ¿Crees que podrías ayudarme con ese detalle?" pregunto, tratando de que su voz no sonara petulante a sus oídos. Pero aun así, se sintió un estupido por la selección de palabras que había utilizado para hablarle a esa mujer. Sentía que no fue lo suficientemente delicado.

Las mejillas de su acompañante se tiñeron de un color carmín, que resulto aun más atrayente para Edward.

"¿Estas coqueteando conmigo?" susurro. Edward río entre dientes, dándose cuenta que su reacción no se comparaba en absoluto a lo que el esperaba. "Lo siento, no se muy bien como se hace eso"

"Soy Edward"

"Bella"

Bella repitió para el. Bella levanto la mano y el se la estrecho suavemente, sintiendo la misma corriente eléctrica de hace algunos minutos. Su mano se sentía suave y calida bajo sus dedos. Bella invito a Edward a tomar asiento a su lado, con una sonrisa. A Edward le gusto esa sonrisa.

Tomo asiento en la banca, pero entonces su pie tropezó con algo y provoco que cayera al suelo. Bajo la vista y sus ojos se abrieron como platos al observar el objeto que echo. Era un bastón.

Sin decir nada tomo el bastón del suelo y lo coloco de vuelta al lado de su dueña, con semblante serio.

La observo, recuperando su sonrisa. Aunque tuvo la impresión de que su sonrisa en realidad no seria apreciada por ella.

"Entonces, ¿tomarías conmigo ese café?"

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