Cap VII - Viva la vida

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ASI QUE MANDÉ A ALGUNOS HOMBRES A LUCHAR,
Y UNO VOLVI
Ó AL MORIR LA NOCHE.
DIJO "
¿HAS VISTO A MI ENEMIGO?"
DIJO "EL LUC
ÍA IGUAL QUE YO"
Y ME PREPAR
É PARA CORTARME A MI MISMO
Y AQUI VOY
(James Blunt. Same mistake)
Capitulo VIII
El cielo se veía despejado ese día. Era del tipo de clima del que uno disfruta para ir a un día de campo o salir a jugar con  la familia en algún parque, por simple y pura relajación, a disfrutar de la naturaleza y del aura familiar. ¿Entonces qué demonios hacía su futuro duque recorriendo la ciudad por órdenes de su padre, trabajando?
El primer impulso de Bella fue coger el sobre y quemarlo junto con los demás cuando Edward la abrió y revelo el contenido de ésta. Ella se inclino sobre el sofá detrás de él y leyó todo el contenido de esta, echando chispas por los ojos cuando acabo, provocando que Edward la notara en el momento en el que ella se iba a retirar, reaccionando de una manera algo confuso para la castaña. Su corazón acelero sus latidos a un nivel casi frenético, sus mejillas se tiñeron de un leve color carmesí y sus ojos brillaron. Bella se pregunto vagamente el porqué, y por un segundo, tan solo un escaso segundo sintió su pecho inflarse de esperanza. Fue solo en el momento en que su mente tardo en ser eclipsada por el fastidio que le producía saber que Edward no estaría en toda la mañana.
¿Por qué le molestaba tanto? Tal vez sea por el hecho de que no tendría su fragancia masculina y a miel inundando la estancia, y no dispondría de su presencia, no podían jugar en el jardín o compartir momentos de simple compañía mutua, como venían haciendo desde hace unos días, posteriores al baile. Por el amor de todos los santos, ¿qué significado tenía para estos hombres de la aristocracia la palabra vacaciones? Hasta donde ella sabía, ocuparte de encargos de otras personas no entraban en la definición de la palabra.
Ya habían pasado de eso mínimo tres horas. Podía ver el sol imponente en el medio del cielo, rodeado de escazas nubes. Casi nulas aves pasaban el cielo perlado de celeste, mientras ella trataba de contar la máxima cantidad de motas de polvo posibles que sus desarrollados ojos pardos lograban captar. Se detuvo a analizar lo que estaba haciendo. Luego quiso patearse mentalmente. Sí se detenía a hacer ese tipo de cosas, ¡demonios que tenía que estar aburrida!
Pero aunque doliera admitirlo, las horas sin Edward se le habían vuelto vacías y monótonas. Ningún tipo de actividad de la que gozara antes le resultaba lo suficientemente atractivo con para captar su completa atención e interés. No después de haber conocido a un humano como lo era Edward. ¿Qué era lo que tenía ese joven, que le parecía tan interesante, pero a la vez tan importante? Era como si él abriera la boca y todo lo que digiera a partir de ese momento, todas sus posibles reacciones pasaran a ser lo más importante del mundo, como si fueran una verdad absoluta. Nunca en su vida se había encontrado con ningún humano tan interesante en toda su existencia, ni siquiera en su vida humana.
Pareciera como si todo el mundo en su sociedad pensara en lo mismo todo el tiempo, se encerraran en sus propias burbujas personales protegidas de su propio egoísmo y usaran el superficialísimo para llenar el vacío que dejaban sus vidas, a falta de un sueño, un propósito, algo importante por lo cual vivir. Pero Edward era diferente.
Era tal vez ese carácter despreocupado que mantenía ante cualquier trivialidad de la aristocracia o esa indiferencia que mostraba hacia su aspecto o su conducta con sus pares. Su jovialidad genuina, o la forma casi irónica de la que se burlaba de los status en las propias narices de las personas, aunque era un humor que incitaba demasiada reflexión para que alguno de ellos lo captara al vuelo y se mostrara ofendido.
Oh, ella adoraba el sentido del humor de ese chico.
Cada cosa le salía tan natural de sus labios, pero a veces parecía como si hubiera estado reflexionando un buen tiempo las palabras que acababa de pronunciar, como si estuviera muriendo por confesarlo desde hace un buen rato y si de algo no podía dudar la castaña, era que él estaba completamente convencido de lo que pensaba. Y no habría pero que lo hiciera cambiar.
Pensaba tan desigual al resto de los humanos, que más de una vez Bella había deseado poder meterse dentro de su cabeza y descifrar que secretos se ocultaban detrás de cada pensamiento, cada pensamiento que se le escapaba entre líneas.
Suspiro un poco nostálgica, sintiendo como la ausencia del muchacho estaba comenzando a causar estragos en su cerebro. Se cuestiono por unos leves segundos desde que momento había tanto Edward en su pensamientos, para decidir poco después que no tenía relevancia. De un momento a otro eso parecía importarle un pepino, y uno bien verde.
Se levanto contenta de su puesto en el pasto y se dirigió a saltitos, casi bailando a las grandes puertas de entrada a la casa, rumbo al cuarto de Edward. Tal vez si buscaba bien entre sus cosas encontraría algo interesante con lo que entretenerse. No habría ningún problema siempre y cuando se asegurara de devolverlo antes de que Edward la descubriera. Sonrió traviesa para sí misma. Tampoco le importaría demasiado que Edward se enterara, disfrutaba demasiado ver la irritación mezclada con la incredulidad en el brillo de su mirada y ver su expresión, como si tratara de verse amenazante.
Como si un chico así pudiera verse amenazante para una criatura como ella.
Una enorme sonrisa cubrió los labios de Bella en cuanto el pensamiento ataco su mente.
Iba subiendo las escaleras a saltitos de dos en dos, cuando de pronto, escucho un raro sonido. Se tensó un momento y se quedo parada a mitad de camino, girando su cabeza tan rápido a su alrededor que si fuera una humana, se hubiera dislocado el cuello. Escaneo rápidamente todo el lugar con su mirada, con sus sentidos, pero no parecía haber nadie. Esto no puede ser nada bueno, pensó con recelo. Sabía que no se trataba de cualquier sonido, ni de Gertrudis ni de ningún otro trabajador deambulando por los alrededores. Lo sabía por la manera en la que se habían erizado los vellos del cuerpo. Siguió subiendo las escaleras, esta vez a paso lento, cauteloso, prestando todos sus sentidos a filtrar minuciosamente cada cosa que se desarrollara en el ambiente.
Estaba por llegar al siguiente piso cuando un aroma se filtro a través de sus fosas nasales, haciendo que su cuerpo entero se tensara como una tabla y los primeros requintos de miedo juguetearan en su pecho. Era como a margaritas y a nafta. Ella conocía muy bien ese aroma. La adrenalina comenzó a formarse como un túbulo sin control en el centro de ella, y se disparo frenético a través de sus venas. A una velocidad inhumana, dejo que sus instintos la guiaran hacia el camino en donde percibía el aroma, descubriendo como éste se intensificaba a medida que iba avanzando. Puaj, pensó con repulsión, sintiendo de pronto una imperiosa necesidad por vomitar. El aroma era demasiado fuerte, e intoxicaba los sentidos.
Podría compararse a un humano, que comparte el asiento con un fumador. El fumador exhala el humo del tabaco y su acompañante se intoxica con su aroma, contrayendo los pulmones y sintiendo la maldita necesidad de salir de ahí, su sistema no está acostumbrado y no aguanta el humo colándose a través de él por sus fosas nasales.
Pero cualquier tipo de pensamiento, cualquier repulsión o burda comparación que pudo haber realizado el alma castaña se quedo interrumpido abruptamente cuando identifico el punto proveniente de dicho aroma, el lugar de origen. Lo tuvo más que confirmado cuando estuvo frente a su puerta, intoxicándose de ello. Era del cuarto de Edward.
Maldita sea.
No podría ser ninguna otra criatura, ironizo su mente, registrando a los dueños del aroma, resignándose a su pesadilla hecha realidad. Cuanto quería maldecir y golpear en estos momentos, aunque fuera al viento, como si eso pudiera disolver y llevarse sus problemas junto a cada trayectoria de una nueva brisa. A juzgar por el aroma, eran más de uno. Y sabía que tal como ella los había captado, ellos ya lo habían captado a ella. Ya no había posible escapatoria.
Y Bella tampoco buscaría alguna. No dejaría que esos malditos se acercaran a uno solo de los cabellos de Edward, aunque le cueste su existencia. Atravesó de un ágil movimiento la puerta de madera y en una esquina, acurrucados contra los muebles de ropa se encontraban ellos, casi hermanos de naturaleza, enemigos en sus propósitos naturales. Menuda ley más retorcida.
Fantasmas.
Su mente entera repetía la palabra como un manta, y calculaba opciones. Posibles movimientos. Su cuerpo estaba tan tenso, que parecía una estatua moldeada en mármol. Eran dos, pensó, dos contra uno. Aunque ella llevaba las de perder, seguía teniendo a toda la naturaleza a su disposición.
Lo primero que capto, fue una criaturita menuda, más pequeña que ella aún, enredada entre las ropas de Edward. Parecía estar refunfuñando por algo. A su lado, se posicionaba el otro, un enorme hombre con los brazos cruzados sobre su pecho, como si fuera su guardián. Cuando Bella entro a la habitación, su posición cambio automáticamente para habituarse enfrente de la menuda criatura, y su expresión se volvió sombría casi sanguinaria. Bella sintió como el ambiente se volvía pesado y tenso, y supo que ese fantasma estaba influyendo. No retrocedió ni un paso. Como si recién se hubiera percatado, una pequeña cabecita se asomo detrás de uno de los brazos del hombre, entre pilas y pilas de ropa.
Era una mujer, con el cabello negro como el azabache apuntando en diferentes direcciones, con una expresión de auténtica sorpresa en su rostro. La castaña hubiera encontrado divertida la escena, si no fuera por lo enfermizo de la situación. Ambos tenían las características ojeras púrpuras debajo de sus ojos de un fantasma, pero sus pieles eran tan blancas como la de ella y su belleza era irreal para dentro de los cánones humanos.
“Oh, mira Jasper. ¡Es un alma!” exclamó con voz suave y tintineante, con un deje de fascinación. “Tenías razón, había algo sobrenatural en esta casa. Hola, somos Alice y Jasper. Un placer conocerte.” Sonrió ella, ofreciendo su mano. Su acompañante la aparto con delicadeza.
“¿Quién eres tú?” exclamó el hombre, a quien Bella identifico como Jasper. Su voz hosca y autoritaria prendió hilos de furia hasta lo más profundo de su pecho.
Su expresión se volvió sombría. “Oh, tiene que ser una broma. Yo vivo aquí, así que si no me equivoco, es a mí a quién me toca hacer esas preguntas.”
“¿Un alma viviendo entre humanos? ¿Y cómo es que no los has destruido a todos aún?... ¡se lo merecen!” exclamó la pequeña, completamente sorprendida. “Con razón es que sigues siendo un alma. ¡Ellos te condenaron! ¿Cómo es que lo has olvidado?”
Bella apretó los puños y rechino los dientes, conteniendo su ira. Jasper lo notó y avanzo un paso más, amenazante. “Por supuesto que no he olvidado nada. Ninguno de los habitantes de esta casa tienen algo que ver con mi muerte, por lo tanto, yo no tengo porque hacer nada contra estas personas. Una sola persona fue la que dio la orden ese día, y otros dos los que me pusieron las manos encima. El día que me los encuentre, ten por seguro que me encargare personalmente de ellos.” Gruño entre dientes.
Ella se encogió de hombros despreocupadamente y se miro las uñas. Su rostro era la viva imagen de la ignorancia. “Como sea, todos los humanos son iguales. Así como solo dos personas se encargaron de ti, en cualquier otro lado otra chica estará viviendo tu misma historia, otros humanos repitiendo sus mismos errores. Por eso los eliminamos. Los humanos no aprenden nunca, hasta que ven el peso del castigo por sus acciones sobre sus hombros. Solo entonces recapacitan y se arrepienten, pero cuando eso, ya es tarde…” canturreó.
“Alice…” advirtió el hombre, mirándola con desaprobación.
“No Jasper, ella debe comprender como son las cosas. Detesto encontrarme con almas tan ingenuas, respetando la vida humana, conviviendo entre ellos, con ellos y con toda la naturaleza que le rodea, como si quedarse atados a la tierra para siempre no fuera un castigo. No olvides porque somos unos malditos fantasmas Jazz, y porque la vida humana tiene la misma relevancia de un comino.”
“No tiene porque ser así. ¡Existen humanos buenos!” saltó Bella, ofuscada antes las palabras de Alice, quien hablaba tan tranquilamente, como si estuviera diciendo una verdad absoluta.
La fantasma la observo desorbitada, como si se hubiera vuelto completamente loca.
Justo entonces, lo menos conveniente pasó. Lo que Bella menos hubiera deseado justo en ese momento ocurrió, y sus vellos se erizaron de puro miedo.
El chirrido de la puerta principal capto la atención de los tres, seguido de un aroma como la miel llenando sus sensibles sentidos. “¡Bella, ya llegue! ¿Estás ahí?” llamó Edward, su voz siendo amortiguada por los pisos y las paredes.
Alice se giro hacia Bella automáticamente, sus ojos brillando traviesos. “Con que de eso se trataba todo… ¡tienes tu propia mascota!” exclamo, en un murmullo animado, feliz.
De pronto, parecía realmente feliz.
“Aléjense de él…” su voz se volvió acerada y peligrosa, mientras fulminaba con sus ojos pardos a los dos fantasmas frente a ella. Su cuerpo tenso reconoció el momento y supo que entonces era cuando tenía que hacer todo lo posible para defenderlo.
“Oh Bella, ¿ese es tu nombre, no? No seas aburrida… ¡Te mostraré como se hace!” chillo ella.
En ese momento, salió disparada hacia la puerta, rumbo a los escalones. El pánico se apodero del cuerpo de Bella.
Desesperada, furiosa. “¡No!...” exclamó, lanzándose contra el cuerpo de Alice. En ese momento, algo paso. El inmenso cuerpo de Jasper se lanzó precipitado hacia Bella, interceptándola, y de una ágil patada en su estomago la aparto del camino. El pequeño cuerpo de la castaña salió despedido por los aires e impacto varios metros atrás, contra la otra pared del cuarto de Edward.
Demonios, pensó, tratando de pararse rápidamente y reponerse. Pero cuando alzo la mirada, ya no había nadie en el cuarto. La desesperación comenzó a consumirla.
Con una agilidad digna de su especie se levanto de su lugar y salió corriendo precipitadamente por las escaleras, rumbo a la sala de estancia. En cuestión de segundos, ya se encontraba al pie de las escaleras, observando la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.
Edward estaba en la puerta, con su mano aún puesta en el pomo y su ceño ligeramente fruncido. Sus ojos lucían cautelosos, mientras todo su cuerpo estaba tieso. Bella podía notar que estaba sorprendido de ver a las dos personas que estaban frente a él. Había cautela en él. Miedo, jamás.
“Bella… ¿quiénes son estas personas?” pregunto amablemente. Pero había algo que no le gustaba.
Por la expresión que tenía Alice, parecía que estaba a punto de reírse.
“¡Cuanta familiaridad! ¿Desde hace cuanto tiempo lo tienes amaestrado, Bella? ¿Ya le enseñaste tus secretos? ¿Sabe él lo que eres? ¿Lo que somos nosotros?” le sonrió. Parecía realmente divertida con toda la situación. “¡No me sorprendería!”
Edward se tensó. “¿De qué está hablando?” sus ojos se encontraron con los de la castaña, luciendo desesperados por comprender que estaba pasando. Maldición, tenía que detener todo esto.
“Alice, comienza a alejarte de él.” Exclamó, tratando de moverse para quedar frente a Edward. Pero una vez más, Jasper se interpuso entre sus planes. Ese chico estaba comenzado a ponerle nerviosa.
La cogió de sus hombros y de una maniobra, la volvió a lanzar por los aires, pero esta vez no se detuvo ni huyo. Corrió para llegar a la pared antes que ella, y cuando lo hizo impacto contra la espalda de ella y cogiéndola de su larga melena castaña la hizo chocar contra el suelo. Los ojos humanos de Edward solo consiguieron captar ráfagas de vientos de distintos colores moviéndose, luego finalmente a Bella en el suelo, con Jasper sobre ella apretándola de su cuello contra el suelo.
Se inquieto de inmediato. “¿Qué le están haciendo? ¡Déjenla!” exclamó, tratando de avanzar hacia donde estaba Bella. Su mente aún no captaba la magnitud de lo que estaba ocurriendo.
Alice se colocó frente a su cuerpo de un solo movimiento, como si estuviera danzando. La detuvo poniendo sus manos en su pecho. “Un segundo, muchacho… ¿cómo te llamas? Mi nombre es Alice. ¿Tú sabes lo que soy?”
“No me interesa. Solo quiero que dejen a Bella en paz.”
“No le hables de esa forma, humano estúpido.” Gruño Jasper del otro lado, aplicando más presión al cuello de Bella apropósito.
La castaña jadeo y se debatió contra sus brazos, en un vano intento por liberarse. Él  era fuerte, y sobre todo, era hábil. Maldición, maldición, maldición…
“¡No la toques!” gruño Edward, pero ni siquiera fue capaz de avanzar un paso, porque Alice ya lo tenía aprisionado entre sus pequeños brazos.
“Mírame, Edward. Shh, tranquilo… mírame.” Murmuró, ganándose una mirada del muchacho. Fue todo lo que necesito para mantener un contacto permanente con sus orbes esmeraldas. “Todo va a estar bien, ¿entiendes? Yo hare que te sientas muy bien… ¿lo ves, Bella? ¿Puedes notar lo divertido que es jugar con los humanos?” murmuro, con un deje de fascinación en su voz. Su porte era sensual y aterrador.
Bella reacciono en ese instante en que vio la piel de Edward comenzar a esclarecerse y unas ojeras púrpuras aparecer bajo sus ojos, sin que Alice le sacara las manos de encima en ningún momento. Lo estaba matando. Le estaba quitando su energía poco a poco, y con eso lo estaba matando. Un terrible vacío se instaló en su pecho y la imagen de un Edward pálido, frío e inmóvil llego a su mente, destruyéndola en ese mismo instante. Sacando fuerzas de donde no sabía que tenía, aprovecho que Jasper estaba embelesado con la imagen que tenía enfrente, como si fuera algo hermoso, algo divino. Se liberó del agarre fiero del muchacho, haciendo que este saliera despedido unos metros hacia atrás. El muchacho, atónito clavo su mirada en Bella, pero ésta ni siquiera le regalo el tiempo para pensar. Se lanzó en ese mismo instante por los aires, fusionándose con el viento y de un certero movimiento, se fusiono con Jasper y poseyó su espíritu.
Lo primero que vio, fue una gran neblina negra, antes de que una memoria la atacara. Se veía a ella misma, mucho más alta de lo que era y con el uniforme del regimiento. Se visualizo frente a una litera, dentro de una carpa y con un soldado de su propio regimiento frente a ella, con una escopeta apuntando justo hacia su cabeza. Ira, impotencia, traición y amargura era lo que impregnaba en sí en ese momento, comprendió que estaba en medio de una guerra y que uno de sus propios soldados fue capaz de vender la vida de su general por dinero.
Hijo de puta… ¡que te jodan!” fue lo último que salió de sus labios, con su orgullo en alto y su voz ronca y varonil antes de escuchar el sonido ensordecedor del arma y luego, ver todo oscuro.
Con la respiración jadeante, comprendió que ese había sido el final de Jasper. Poseer a un fantasma significaba vivir su propia esencia y su razón de ser, cosa demasiado dolorosa para cargar para alguien tan sensible como Bella. Pero en ese momento estaba demasiado fuera de sí para pensar con claridad.
Dirigió su mirada hacia Alice.
“¡Quítale las manos de encima, o perjudicare a tu Jasper un poco!” exclamó, visiblemente alterada. Era Jasper quien observaba a Alice, mucho más alto que Bella, pero la voz de la muchacha la que había salido de sus labios.
Inmediatamente el cuerpo de Alice se tensó y soltó casi de modo automático al chico. Su mirada gris se posó en Bella y su expresión entera se desencajó. “¡Cómo es posible…!” susurró. “¿Cómo es que puedes hacer eso? ¡Deja en paz a mi chico!”
“¡En cuanto tú dejes en paz al mío!” gruño, completamente fuera de sí de la ira.
Soltó el cuerpo de Jasper, quién callo inconsciente en el suelo casi al instante. La castaña le había robado demasiada energía. Se lanzó contra Alice como una leona y le hizo chocar contra una pared. Su cuerpo temblaba y gruñía como una posesa. Contenía no solo su energía y su innata conexión con la naturaleza, sino también la energía de otro fantasma. Lanzo sus manos al cuello de la chica y aplico presión, quitándole su aire, robándole toda su energía. “Nunca más, nunca más…” repetía una y otra vez, mientras Alice se debatía entre sus brazos y la arañaba con sus manos.
Aunque poco a poco, sus fuerzas se fueron debilitando, junto con sus arañazos y sus jadeos.
No sabía si la dejaría inconsciente, solo sabía que si seguía así, no tardaría demasiado en matarla. Observo como el brillo de sus ojos grises se extinguía lentamente, en como su piel tomaba un tono verdoso y su venas púrpuras comenzaban a resaltar en su cuello, sintiendo un desconocido placer, una inexplicable satisfacción.
“B-Bella…” jadeo una voz, haciéndola reaccionar. Soltó el cuerpo de Alice al instante y se alejo de su cuerpo como si su tacto quemara. Ella lo observo herida, afectada, mientras se llevaba una mano a su cuello, tratando de recuperarse.
Aquello le importo poco o nada.
Se giro hacia el cuerpo de Edward, que jadeaba mientras trataba de llegar al sofá, arrastrándose lentamente. Corrió hacia él y acuno su cuerpo entre sus manos, haciendo que el muchacho la mirara a los ojos. Se veía visiblemente cansado, como si hubiera estado corriendo una maratón. Le sonrió cansinamente cuando sus ojos se toparon con sus orbes castañas.
“Edward, ¿estás bien?” susurró ella, paseando sus ojos frenéticamente pos su cuerpo, buscando algún daño, algún tipo de rasguño o algo….
Sintió una mano en su mejilla, una que le movió la cabeza y dirigió su rostro junto al de él, acercándola un poco. Sus ojos esmeraldas brillaban inexplicablemente. ¿Por qué? Se preguntó Bella.
“No, no lo estoy.”
“Oh,” frunció el ceño, preocupada. “¿hay algo que pueda hacer por ti?”
Edward la miro de una manera inexplicable, pero enredo sus dedos en los cabellos castaños de su nuca. Asintió casi imperceptiblemente. “Sí…” susurró y con eso, atrajo su rostro hacia el de él hasta tocar sus labios.
Bella sintió la suavidad de sus labios moverse contra los suyos, el calor de su cuerpo y el latir desenfrenado de su corazón bajo el contacto de su pecho. Un sentimiento inexplicable se apodero de su estómago, haciéndola sentir bien, haciéndola sentir viva.

4 comentarios:

  1. aaaah!!! hermosa!!!....
    me encanto!!!! me dejaste con ansias de mas... y el beso.... me dejo sin palabras el capitulo, muy hermoso que ya quiero leer ell proximo..
    mil besos linda, que tengas un excelente inicio de semana.. cuidate ;)

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  2. awwwww
    me ha encantado el beso, piba
    hermanita ya se de donde saque tanta genialidad
    de TI!!!!!
    <3
    esperando q lo actualices
    love and rockets
    alexa

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  3. OMG genial me encanto...Sigue asi..ENCANTO...bESOS..

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  4. hayyyyyy que linda >Bella lo defendio me encanta y ya se besaron no sabes lo emocionada que estoy me encantaaaaaaaaaaa hay que emocion y que va a pasar con Alice y jasper?? hay nooooooo ya quiero el proximo te felicito Belen esta maravilloso esta historia me encanta no habia podido comentar antes pero tu sabes que soy tu seguidora numero uno jajajaja saludos desde Colombia

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My fanfiction world© :por Belén Vieparoles :: 2012~2013